domingo, 9 de agosto de 2015

¿No es éste Jesús, el hijo de José?

En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo", y decían: "¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?" Jesús tomó la palabra y les dijo: "No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan de vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."
Juan 6,41-51
Ciclo B - 19º dom Tiempo Ordinario
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Jesús es reconocido por sus vecinos, los que le habían visto crecer, los que sabían quiénes eran sus padres, los que estaban al tanto de sus costumbres... Jesús es reconocido por quienes habían vivido cerca y sabían cómo había sido su vida junto a su familia. Y en este contexto de reconocimiento, las palabras de Jesús extrañan y suscitan ciertas críticas y recelos : "¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre?".

Jesús expresa un mensaje que dista del que habían aprendido de sus rabinos, de manera que resulta confuso escucharle. El hijo de José, al que habían visto crecer desde niño ¿cómo podía autoproclamarse y afirmar ser el hijo de Dios? Era incomprensible e incompatible que el hijo de José y María fuera al mismo tiempo el Hijo de Dios. Quizás para los hombres y mujeres de aquel tiempo esta dificultad de comprensión tenía su origen en la rigidez de miras y en la falta de confianza, y esto es común en todos los tiempos y lugares.

Quizás para nosotros sea motivo de confusión acoger de corazón que el Hijo de Dios es también el hijo de José, el que proclama sin tapujos que su carne y su sangre son verdadera comida y verdadera bebida, y que se dona voluntariamente para saciar a todos sin reservas, y que nos invita a imitarle, a hacer como él; ser verdadera comida y bebida para el mundo. Ser alimento para otros, ser nutrientes que restauren y vivifiquen a la humanidad entera.

¿De qué manera es Jesús pan para mi vida?
¿Qué dificultades encuentro en mi vida para imitar la generosidad de Jesús?
¿Cómo puedo ser alimento para los demás?