
Juan 6,41-51
Ciclo B - 19º dom Tiempo Ordinario
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Jesús es reconocido por sus
vecinos, los que le habían visto crecer, los que sabían quiénes eran sus
padres, los que estaban al tanto de sus costumbres... Jesús es reconocido por
quienes habían vivido cerca y sabían cómo había sido su vida junto a su familia.
Y en este contexto de reconocimiento, las palabras de Jesús extrañan y suscitan
ciertas críticas y recelos : "¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No
conocemos a su padre y a su madre?".
Jesús expresa un mensaje que
dista del que habían aprendido de sus rabinos, de manera que resulta confuso
escucharle. El hijo de José, al que habían visto crecer desde niño ¿cómo podía autoproclamarse
y afirmar ser el hijo de Dios? Era incomprensible e incompatible que el hijo de
José y María fuera al mismo tiempo el Hijo de Dios. Quizás para los hombres y
mujeres de aquel tiempo esta dificultad de comprensión tenía su origen en la
rigidez de miras y en la falta de confianza, y esto es común en todos los
tiempos y lugares.
Quizás para nosotros sea motivo de
confusión acoger de corazón que el Hijo de Dios es también el hijo de José, el
que proclama sin tapujos que su carne y su sangre son verdadera comida y
verdadera bebida, y que se dona voluntariamente para saciar a todos sin
reservas, y que nos invita a imitarle, a hacer como él; ser verdadera comida y
bebida para el mundo. Ser alimento para otros, ser nutrientes que restauren y
vivifiquen a la humanidad entera.
¿De qué manera es Jesús pan para
mi vida?
¿Qué dificultades encuentro en mi
vida para imitar la generosidad de Jesús?
¿Cómo puedo ser alimento para los
demás?