En
aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: "Yo soy
el pan bajado del cielo", y decían: "¿No es éste Jesús, el hijo de José?
¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado
del cielo?" Jesús tomó la palabra y les dijo: "No critiquéis. Nadie
puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo
resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos
discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende
viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede
de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida
eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el
desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que
el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan de vivo que ha bajado
del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo
daré es mi carne para la vida del mundo."
Juan 6,41-51
Ciclo B - 19º dom Tiempo Ordinario
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Jesús es reconocido por sus
vecinos, los que le habían visto crecer, los que sabían quiénes eran sus
padres, los que estaban al tanto de sus costumbres... Jesús es reconocido por
quienes habían vivido cerca y sabían cómo había sido su vida junto a su familia.
Y en este contexto de reconocimiento, las palabras de Jesús extrañan y suscitan
ciertas críticas y recelos : "¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No
conocemos a su padre y a su madre?".
Jesús expresa un mensaje que
dista del que habían aprendido de sus rabinos, de manera que resulta confuso
escucharle. El hijo de José, al que habían visto crecer desde niño ¿cómo podía autoproclamarse
y afirmar ser el hijo de Dios? Era incomprensible e incompatible que el hijo de
José y María fuera al mismo tiempo el Hijo de Dios. Quizás para los hombres y
mujeres de aquel tiempo esta dificultad de comprensión tenía su origen en la
rigidez de miras y en la falta de confianza, y esto es común en todos los
tiempos y lugares.
Quizás para nosotros sea motivo de
confusión acoger de corazón que el Hijo de Dios es también el hijo de José, el
que proclama sin tapujos que su carne y su sangre son verdadera comida y
verdadera bebida, y que se dona voluntariamente para saciar a todos sin
reservas, y que nos invita a imitarle, a hacer como él; ser verdadera comida y
bebida para el mundo. Ser alimento para otros, ser nutrientes que restauren y
vivifiquen a la humanidad entera.
¿De qué manera es Jesús pan para
mi vida?
¿Qué dificultades encuentro en mi
vida para imitar la generosidad de Jesús?
¿Cómo puedo ser alimento para los
demás?