C. En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. "¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces
andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los
ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. "¿Donde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
C. Él contestó:
+ "Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi momento
está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"".
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y
prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo:
+ "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. "¿Soy yo acaso, Señor?"
C. Él respondió:
+ "El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a
entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del
que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. "¿Soy yo acaso, Maestro?".
C. Él respondió:
+ "Así es".
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los discípulos diciendo:
+ "Tomad, comed: esto es mi cuerpo".
C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
+ "Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza
derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no
beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el
vino nuevo en el Reino de mi Padre"
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
+ "Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está
escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero
cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea".
C. Pedro replicó:
S. "Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré".
C. Jesús les dijo:
+ "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me negarás".
C. Pedro le replicó:
S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
C. Y lo mismo decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ "Sentaos aquí mientras voy allá a orar".
C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".
C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje d mí ese cáliz. pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no
caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es
débil".
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban
muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo
las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ "Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el
Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega".
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los
Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por
los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había
dado esta contraseña:
S. "Al que yo bese, ése es: detenedlo".
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. "¡Salve, Maestro!"
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ "Amigo, ¿a qué vienes?"
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para
detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó
y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le
dijo:
+ "Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas
tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de
doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que
dice que esto tiene que pasar".
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ "Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un
bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no
me detuvisteis".
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los
profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y
huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el
sumo sacerdote, donde se había reunido los letrados y los senadores.
Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando
dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los
sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio
contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de
los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron
dos que declararon:
S."Este ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días".
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que
el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que
viene sobre las nubes del cielo."
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
S. "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?"
C. Y ellos contestaron:
S. "Es reo de muerte".
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
S. "Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".
S. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
S. "También tú andabas con Jesús el Galileo".
C. Él lo negó delante de todos diciendo:
C. "No sé qué quieres decir".
C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. "Este andaba con Jesús el Nazareno".
C. Otra vez negó él con juramento:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron: "Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el acento".
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
S. "No conozco a ese hombre".
C. Y en seguida cantó el gallo. Pedro se acordó de aquella
palabras de Jesús: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y
saliendo afuera, lloró amargamente.
Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del
pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y
atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces
el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de palta a
los sumos sacerdotes y senadores diciendo:
S. "He pecado, he entregado a la muerte a un inocente".
C. Pero ellos dijeron:
S. "¿A nosotros qué? ¡Allá tú!"
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. "No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre".
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del
Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama
todavía "Campo de Sangre". Así se cumplió lo escrito por Jeremías el
profeta: "Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que
fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el
Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor".
Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Jesús respondió:
+ "Tú lo dices".
C. Y mientras la acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. "¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?"
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba
muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el
que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás.
Cuando la gente acudió, dijo Pilato:
S. "¿A quien queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman Mesías?"
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. "No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él"
C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la
gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El
gobernador preguntó:
S. "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?"
C. Ellos dijeron:
S. "A Barrabás".
C. Pilato les preguntó:
S. "¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?"
C. Contestaron todos:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Pilato insistió:
S. "Pues ¿qué mal ha hecho?"
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. "¡Que lo crucifiquen!"
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se
estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia
del pueblo, diciendo:
S. "Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!"
C. Y el pueblo contestó:
S. "¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotado,
lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se
llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la
compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y
trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron
una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban
de él diciendo:
S. "¡Salve, rey de los judíos"!
C. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella
en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron
su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron un hombre de
Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
C. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La
Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó,
pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa
echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la
cabeza colocaron un letrero con la acusación: "Este es el Rey de los
Judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a
la izquierda. los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la
cabeza:
S. "Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
C. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:
S. "A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de
Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en
Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era
Hijo de Dios?".
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ "Elí, Elí, lamá sabaktaní"
C. (Es decir:
+ "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?")
C. Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:
S. "A Elías llama éste".
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja
empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. los
demás decían:
S. "Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo".
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la
tierra tembló, las rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos
cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó
salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a
muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el
terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
S. "Realmente éste era Hijo de Dios"
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas
que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle; entre ellas,
María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los
Zebedeos.
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que
era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo
de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo
de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo
que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada
del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron
allí sentadas enfrente del sepulcro.
A la mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron
en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. "Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida
anunció: "A los tres días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen
el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se
lleven el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los
muertos". La última impostura sería peor que la primera. Pilato
contestó:
S. "Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis".
C. Ellos fueron, sellaron la pierda y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.
Mateo 26, 14-27, 66
______ ______
El pasado a tu misericordia, el futuro a tu providencia, el presente a tu Amor; pues sólo tengo el hoy para amarte mi Señor...
______ ______
El pasado a tu misericordia, el futuro a tu providencia, el presente a tu Amor; pues sólo tengo el hoy para amarte mi Señor...