En
aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos
escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos
impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás
judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien,
aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no
comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de
lavar vasos, jarras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas
preguntaron a Jesús "¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y
no siguen la tradición de los mayores"? Él contestó: "Bien profetizó
Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me
honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que
me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos
humanos. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la
tradición de los hombres." Entonces llamó de nuevo a la gente y les
dijo: "Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la
hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos,
las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias,
fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas
esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro."
Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23
Ciclo B - 22º dom Tiempo Ordinario
______ ______
Encontrarse con Jesús supone asumir el riesgo
de dejarse interpelar. Jesús moviliza la conciencia y agita nuestros corazones
para que no nos quedemos con lo que parece apropiado pero en el fondo es pura
podredumbre. Jesús no es habitual de convenciones sociales y
superficialidades, más bien con una profunda humildad habla honestamente al
corazón de cada persona para que ésta pueda liberarse de prácticas vacías y sin
sentido.
En este relato de Marcos vemos como se acercó a
Jesús un grupo de fariseos y escribas procedentes de Jerusalén y viendo que los
discípulos comían sin haberse lavado primero reclaman a Jesús una explicación,
pues estaba bien claro en la tradición de sus mayores que comer sin lavarse antes y purificarse no era en absoluto
correcto.
Jesús hace referencia a un texto conocido por quienes le
instan del profeta Isaías. Acude al profeta como maestro de sabiduría que tiene
una palabra de autoridad que decir. Una palabra que habla al corazón y apela a
una práctica espiritual profunda desprovista de formalidades y ritualismos
huecos. Jesús confirma la tradición de Israel nombrando a Isaías y recalca la
importancia de ir hacia la verdad de Dios y no dejarse llevar por costumbres
que no conducen a este fin
Cuando nuestro corazón se aleja de Dios nuestras
prácticas religiosas y costumbres se quedan vacías y son como hojas que se
lleva el viento. Cuando nuestra vida no bebe de la fuente inagotable de la
palabra nuestras tradiciones se convierten en puro folklore colorista. Cuando
nuestro compromiso por el reino de Dios no tiene un efecto práctico y real
sobre personas que necesitan nuestro auxilio y generosidad las devociones que
practicamos pasan a ser formalismos rígidos que son más que una liberación una
losa. Por esta razón es importante tener claro que las normas religiosas y las
tradiciones son de una enorme riqueza pero tienen un valor que es relativo, sin embargo lo que es capaz de
transformar nuestro interior es vivir en espíritu y en verdad.
Jesús conoce el corazón humano y es consciente de que
es posible convertirse y vivir de otra manera la propuesta de Dios. No critica
la ley, sino la manera incoherente de vivirla.
¿Qué necesito limpiar profundamente en mi vida?
¿Qué quiero ofrecer al mundo que hable de la vida de Dios en mi vida?
¿Qué pueden reconocer los demás que sale de mi y que es germen de Dios?