En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y
atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba
instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a
los tres días resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo
preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
"¿De qué discutíais por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el
camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó
llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso
en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como
éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a
mí, sino al que me ha enviado."
Marcos 9, 30-37
Ciclo B - 25º dom Tiempo Ordinario
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Al igual que en el evangelio del domingo pasado,
Jesús explica con toda claridad cual es su destino. A lo largo del camino hacia
Jerusalén iba instruyendo a sus discípulos y mostrándose como el Mesías de Dios
que tenía que padecer y resucitar para que ellos pudieran ver con claridad
"El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo
matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará." Pero el
mensaje de cruz de Jesús no es comprensible por los discípulos hasta después de
la resurrección. Tenerle junto a ellos no es suficiente para reconocerle y
acoger su palabra.
Este pasaje del evangelio, al igual que el del
domingo pasado "¿Quien dice la gente que soy?", nos muestran la
claridad de Jesús a la hora de mostrarse y al mismo tiempo la falta de
comprensión por parte de los discípulos. Esta falta de comprensión no es en
absoluto falta de amor, sino que es simplemente incapacidad, es pequeñez, es
miedo, es dificultad para romper con lo conocido, es no saber aventurarse en lo más incierto y es no encontrar el modo de fiarse
absolutamente.
Jesús vive continuamente desde la desapropiación
y la más gratuita compasión. Jesús vive en una seguridad que no se da a sí
mismo, sino que recibe de su vínculo con el Padre, por eso reconoce a Dios como
su identidad más profunda "el Padre y yo somos uno" y por eso puede
vivir para los demás atendiendo las heridas, sanando y comprometiéndose
"he venido para que tengan vida en plenitud".
No es posible seguir a Jesús de una forma inconsciente
o ligera. Necesitamos reconocerlo profundamente para unirnos a Él. No bastan
opiniones más o menos acertadas, sino que es crucial un conocimiento profundo
que sólo se obtiene de la intimidad con Él. Sus discípulos le tiene cerca,
pueden tocarle, escuchar sus palabras, contemplar sus obras, observarle en la
intimidad y al mismo tiempo viven ajenos al sentido profundo de la presencia de
Jesús en el mundo. Andan preocupados durante el camino en decidir quién es
entre ellos el más importante. Las palabras de Jesús no han llegado a lo más
profundo de sus ser, es por esto que de nuevo "Jesús se sentó llamó a los
Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos
y el servidor de todos."
¿Qué necesito para comprender las palabras de
Jesús?
¿Que supone para mi ser el último de todos y el
servidor de todos?
¿Qué preciso cambiar en mi vida para que sea
posible seguir en verdad a Jesús?