
Juan 15,1-8
Ciclo B - 5º dom de Pascua
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Dentro del discurso de despedida del evangelio de Juan encontramos este precioso texto alegórico en el que Jesús se expresa con una terminología muy familiar a sus discípulos.
Para los judíos la viña era una imagen que empleaban los profetas en el antiguo testamento para referirse al pueblo elegido y apreciado por Dios. Jesús no habla exactamente de la viña, sino que introduce una novedad hablando de la vid y comparándose a sí mismo con ella "Yo soy la verdadera vid", de manera que su vida es origen de más vida y de fruto, es origen de primicia y abundancia siempre que se esté vinculado a Él mismo.
El que se adhiere a Jesús y vive en Él reconoce la esencia de Dios en su propia existencia, se sabe habitado y amado, y esto fructifica siempre, pues no hay nada que se abra más paso que la vida.
Vivir unidos a Jesús no supone en primera instancia una exigencia moral sino que es un vinculo de amor que inevitablemente nos lleva a comprometernos en el proyecto del Reino de Dios y trabajar por su justicia, y para que ésta se lleve a cabo con todas nuestras capacidades y esfuerzos allá donde estemos.
¿De qué manera vivo este vínculo con Jesús?
¿Qué me acerca o me lleva a tomar consciencia de la presencia de Dios en mi vida?
¿Qué frutos puedo reconocer que tiene mi vida por vivir unido a Jesús "vid verdadera"?