En
aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para
ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?"
Él les replicó: "¿Qué os ha mandado Moisés?" Contestaron: "Moisés
permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio." Jesús les
dijo: "Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al
principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso
abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y
serán los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola
carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre." En casa, los
discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: "Si uno
se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la
primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete
adulterio." Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos
les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los
niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es
el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como
un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles
las manos.
Marcos 10, 2-16
Ciclo B - 27º dom Tiempo Ordinario
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Como en tantas otras ocasiones, un grupo de fariseos se acercó a Jesús para ponerle a prueba "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?". Una cuestión como ésta, la del divorcio, estaba más que superada en aquel tiempo, ya que con Moisés queda establecida la posibilidad de rechazar a la mujer con la que un hombre había contraído matrimonio.
Los fariseos habían comprobado ya en otras circunstancias que Jesús no rechazaba la ley pero siempre aludía a Dios al hablar de ella. Y es justamente esto lo que hace al remitir a sus interlocutores al principio de la creación. Para Jesús, lo absoluto no es la ley, sino la persona y su plenitud. Jesús va más allá de la ley, se dirige al corazón de cada persona, apela a su experiencia de amor y se aleja y rechaza cualquier concepción del mundo patriarcal en la que las mujeres son dominadas por los hombres y están sometidas a su voluntad.
Jesús no entra a discutir con sus interlocutores acerca de la ley y sus parámetros sino que habla del proyecto original de Dios. El proyecto de amor para vivir unificado y feliz. Desde esta perspectiva la visión del matrimonio poco o nada tiene que ver con un contrato que establezca la relación de las partes que lo firman, sino que supone más bien una vida compartida en constante crecimiento y donación. Esta es la máxima expresión de amor entre dos personas en las que no cabe ni la sumisión, ni el rechazo, ni el abuso. Por esta razón cuando dos personas unen sus vidas para vivir desde la generosidad, la entrega, el respeto y la libertad no hay nadie que pueda separar esta unión.
¿Cuál es mi palabra o mi actitud frente a situaciones de abuso contra las mujeres?
¿Qué puedo hacer desde mi realidad más concreta?
¿Como creyente, cual es la invitación de Jesús con respecto a situaciones de rechazo o sometimiento de la mujer?