
Juan 3,14-21
Ciclo B - 4º dom Cuaresma
Ciclo B - 4º dom Cuaresma
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El evangelio de Juan encierra siempre entre sus bellas imágenes y expresiones una honda sabiduría que revela una verdad interior. Dios no ha venido al mundo a condenarlo, sino a iluminarlo, a bendecirlo con su bondad y misericordia para quien quiera adentrarse en el misterio de la cruz.
La cruz es un fracaso, una locura, un triste final, una estupidez para quienes se quedan mirando únicamenete la apariencia del madero y el crucificado, es una necedad y una burla que Dios entregue a su Hijo para que experimente tanto dolor y angustia. La cruz es un sinsentido para los que han decidido de antemano, han etiquetado con racionalismos el ser de Dios y no atraviesan este acontecimiento para ver algo más allá.
Acercarse a la cruz requiere desnudez, desvestirse de prejuicios para ampliar el horizonte de nuestra razón. Acercarse a la cruz es traspasar las formas y atreverse a mirar con ojos de crucificado. Mirar, callar y comprender. La cruz es una clave para el mundo, es luz para situarse y emprender un camino con unas pautas poco convencionales.
Acercarse a la luz de la cruz supone contagiarse de claridad. Acercarse a la verdad inevitablemente nos lleva a mirar nuestra vida, nuestra historia y dejarnos interpelar. Acercarse a la luz y la verdad de Dios no dejan a nadie indiferente, más bien al contrario, transforman profundamente lo que alcanzan.
¿Qué necesito para dejarme interpelar?
¿Cual es mi miedo a la hora de acercarme a la luz de Dios?
¿Qué es urgente que Dios ilumine en mi vida?
La cruz es un fracaso, una locura, un triste final, una estupidez para quienes se quedan mirando únicamenete la apariencia del madero y el crucificado, es una necedad y una burla que Dios entregue a su Hijo para que experimente tanto dolor y angustia. La cruz es un sinsentido para los que han decidido de antemano, han etiquetado con racionalismos el ser de Dios y no atraviesan este acontecimiento para ver algo más allá.
Acercarse a la cruz requiere desnudez, desvestirse de prejuicios para ampliar el horizonte de nuestra razón. Acercarse a la cruz es traspasar las formas y atreverse a mirar con ojos de crucificado. Mirar, callar y comprender. La cruz es una clave para el mundo, es luz para situarse y emprender un camino con unas pautas poco convencionales.
Acercarse a la luz de la cruz supone contagiarse de claridad. Acercarse a la verdad inevitablemente nos lleva a mirar nuestra vida, nuestra historia y dejarnos interpelar. Acercarse a la luz y la verdad de Dios no dejan a nadie indiferente, más bien al contrario, transforman profundamente lo que alcanzan.
¿Qué necesito para dejarme interpelar?
¿Cual es mi miedo a la hora de acercarme a la luz de Dios?
¿Qué es urgente que Dios ilumine en mi vida?