En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo:
"Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis
frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla
derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte
la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una
milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado,
no lo rehuyas.
Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu
enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por
los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el
cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a
justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio
tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo
a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo
también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre
celestial es perfecto."
Mateo 5,38-48
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El Evangelio da un salto enorme hacia adelante. Y casi siempre rompe con los esquemas con los que entendemos el mundo. No se trata de cumplir una serie de normas y preceptos, de seguir una ley o una doctrina. El evangelio nos anima a asumir lo que parece imposible, lo que es incluso absurdo para la mayoría. Se nos invita a saltar al vacío, confiando y arriesgando... y conservando la fe de que todo irá bien.
"Dios nos toca, y su contacto, que es vacío, nos vacía. Nos mueve con una simplicidad que nos simplifica. Entonces cesa toda variedad, toda complejidad, toda paradoja y toda multiplicidad." Thomas Merton
La complejidad de la propuesta de Dios desaparece cuando iniciamos el camino y nos abandonamos a la providencia de quien todo lo puede.
En este salto hacia el infinito que se nos invita a dar nos lleva ir realizando con nuestra vida la perfección del amor que hay que alcanzar, lo cual no se consigue simplemente evitando el mal, sino acometiendo el bien.
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El Evangelio da un salto enorme hacia adelante. Y casi siempre rompe con los esquemas con los que entendemos el mundo. No se trata de cumplir una serie de normas y preceptos, de seguir una ley o una doctrina. El evangelio nos anima a asumir lo que parece imposible, lo que es incluso absurdo para la mayoría. Se nos invita a saltar al vacío, confiando y arriesgando... y conservando la fe de que todo irá bien.
"Dios nos toca, y su contacto, que es vacío, nos vacía. Nos mueve con una simplicidad que nos simplifica. Entonces cesa toda variedad, toda complejidad, toda paradoja y toda multiplicidad." Thomas Merton
La complejidad de la propuesta de Dios desaparece cuando iniciamos el camino y nos abandonamos a la providencia de quien todo lo puede.
En este salto hacia el infinito que se nos invita a dar nos lleva ir realizando con nuestra vida la perfección del amor que hay que alcanzar, lo cual no se consigue simplemente evitando el mal, sino acometiendo el bien.